Luego de tanto tiempo en confinamiento y numerosas medidas de distanciamiento social, es evidente que algunos de los cambios provocados por la pandemia llegaron para quedarse. Mientras descubrimos entre todos cuál es la nueva normalidad, no puedo evitar pensar que no todo cambio es malo. De hecho, hacía tiempo que se necesitaba hacer un cambio.
La educación superior ha quedado bastante atrás con respecto a otras industrias en lo que respecta a la transición hacia la digitalización. A pesar de la creciente demanda por las tecnologías educativas y el aprendizaje en línea, las clases presenciales y las actividades dentro del campus siguieron siendo el elemento fundamental de los estudiantes para acceder a la educación.
Sin embargo, la pandemia global ubicó a la educación superior en la vía rápida hacia la adopción digital.
En primer lugar, vimos cómo prestigiosas universidades hicieron una transición completa hacia la modalidad en línea. Algunas incluso llegaron a ofrecer descuentos en la matriculación a los estudiantes que tomaban clases en línea. Como era de esperar, muchas otras siguieron el ejemplo, pero no en la misma medida, y optaron por elegir entornos de aprendizaje híbrido, ya que los inversores volcaron su atención a las tecnologías educativas y expresaron un particular interés en la conexión entre la educación superior y la fuerza laboral.
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El cambio es inevitable. Por ello, vamos a analizar algunas tendencias en el aprendizaje en línea que creo que son las que están sentando las bases en facultades y universidades respecto de la preparación de los estudiantes para el futuro.
Un aspecto del sistema educativo que no es particularmente efectivo es el uso del tiempo para medir el aprendizaje. Más horas de estudio dedicadas a una materia no se traducen en mayores posibilidades de que los estudiantes la dominen. Cada estudiante tiene necesidades de aprendizaje únicas y, además, cada uno tiene diferentes conocimientos básicos. En consecuencia, algunos necesitarán dedicar poco tiempo a ciertos materiales de aprendizaje, mientras que otros requerirán tiempo adicional.
El modelo de aprendizaje basado en competencias pretende solucionar estas divergencias. Cada curso o lección se asocia con una o más competencias (o habilidades) que el estudiante necesita desarrollar. A medida que los estudiantes avanzan hacia estas competencias a su propio ritmo, no pueden pasar a las más avanzadas sin antes demostrar su dominio de las básicas.
Los instructores pueden usar plataformas de aprendizaje inteligentes para crear cursos en línea y asignar competencias a cada actividad de aprendizaje. De esta manera, los estudiantes recibirán recomendaciones personalizadas según su progreso y podrán elegir cómo ser evaluados. No solo mejorarán los resultados académicos, sino que también aumentarán las tasas de retención y la capacidad para aplicar lo que aprendieron en sus experiencias laborales, pasantías o en futuros trabajos.
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En lo que se refiere a los trabajos, la economía digital de hoy en día demanda un perfeccionamiento profesional continuo de parte de los trabajadores, si desean mantener su competitividad. La pandemia hizo que muchas industrias digitalizaran la mayor cantidad de operaciones posible para garantizar su supervivencia. Sin embargo, algunos dirán que la adopción digital ya venía pisando fuerte de hacía un tiempo. Si preguntamos a profesionales digitales si sus títulos universitarios los ayudaron a conseguir un trabajo (o mantener uno), dudo que muchos respondan que les fue de gran ayuda.
Los empleadores necesitan trabajadores que puedan pensar por sí mismos y puedan adaptarse a nuevos procesos rápidamente, pero a las instituciones de educación superior les cuesta alinear sus planes de estudio con las cambiantes demandas de los empleadores. Por ende, los títulos ya no tienen la misma relevancia que antes.
La alternativa a los títulos de cuatro años de estudio ahora se presenta en forma de credenciales digitales. Los estudiantes que hayan dominado una competencia pueden obtener una insignia digital que lo demuestre. Quienes hayan completado un curso o una serie de cursos en su recorrido de aprendizaje pueden obtener un certificado digital. Mientras más insignias y certificados obtengan, mayor será la impresión que darán a sus potenciales empleadores.
Las credenciales digitales son un punto de inflexión, principalmente para personas que tienen años de estudio pero no tienen un título, que no suelen ser consideradas para trabajos de alto perfil a pesar de tener las habilidades necesarias para desempeñar dichos roles con éxito.
El aprendizaje automático y la inteligencia artificial (IA) tienen un impacto en el avance de la educación superior. Ya antes de 2020, esta tendencia venía cobrando fuerza. De ahora en adelante, solo veremos avances al respecto. Es imposible que los educadores satisfagan las necesidades de aprendizaje de un número cada vez mayor de estudiantes (que ni siquiera están necesariamente en el campus). Sin embargo, con la ayuda de la IA, esto podría ser posible.
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La integración de la IA en la tecnología educativa aliviana en parte la carga laboral de los profesores a la vez que contribuye a una experiencia de aprendizaje más personalizada para los estudiantes. Las tareas tediosas y repetitivas, como la planificación del curso al comienzo de cada semestre o la evaluación de trabajos, pueden ser delegadas a la IA, al menos de manera parcial. Además, un sistema de gestión de aprendizaje (LMS, por sus siglas en inglés) a través de IA puede hacer que los estudiantes reciban apoyo focalizado en su recorrido de aprendizaje gracias a un motor de recomendaciones de IA previamente establecido por los instructores.
La inteligencia artificial, además, puede mejorar la experiencia de los estudiantes a través de chatbots de texto o altavoces inteligentes activados por voz. Universidades de todo el mundo han tenido mucho éxito con estas tecnologías y sé con seguridad que muchos proveedores de tecnologías educativas están trabajando para integrarlas con las plataformas de aprendizaje en línea. Teniendo en cuenta el auge del aprendizaje remoto, creo que podemos asumir que su uso no dejará de crecer.
La realidad aumentada (RA), la realidad virtual (RV) y la realidad mixta (RM) todavía no están muy difundidas en la educación debido a su alto costo de adquisición y su diseño altamente especializado, entre otras limitaciones. Sin embargo, los estudiantes empezarán a aprovechar el uso de estas tecnologías en cualquier momento, ya que brindan experiencias de aprendizaje e interacción altamente inmersivas.
La RA aporta el componente virtual al mundo físico, mientras que la RV crea una realidad construida y diferente. La RM es una mezcla de las dos. Estas tecnologías tienen un inmenso potencial para estudiar campos complejos y de alto riesgo, como la medicina, la construcción y la ingeniería de alto voltaje. Esto significa que los estudiantes podrían poner en práctica sus habilidades en un entorno virtual o mejorado seguro sin sufrir consecuencias graves si cometen errores.
A medida que estas tecnologías inmersivas continúan desarrollándose, tengo la certeza de que su adopción en la educación superior seguirá aumentando. Quizás, el futuro está más cerca de lo que creemos.
Antes de la pandemia por COVID-19, las instituciones de educación superior ya se estaban adentrando en el campo del aprendizaje en línea, pero solo a modo de apoyo a la experiencia principal en el aula. Luego, la pandemia tomó control del mundo y nos empujó hacia una rápida transición a los entornos de aprendizaje digitales. Es evidente que las universidades deberían priorizar sus estrategias digitales y brindar experiencias de aprendizaje completas a todos los estudiantes, independientemente de si el aprendizaje es remoto o no.