La participación de los estudiantes cumple un papel fundamental en el aprendizaje independiente. Queremos que los estudiantes interactúen de forma activa con el material educativo, independientemente de dónde estén y cómo estén aprendiendo.
Por ese motivo, los videos educativos no son nada nuevo, en especial en el mundo del aprendizaje mixto y asincrónico. No es ningún problema desde que los profesores descubrieron que pueden enfocarse en ofrecer atención individualizada a los estudiantes o actividades para el salón de clases que no implican dar clases con lecciones previamente grabadas.
Pero dar clases en el salón es diferente a dar clases con videos. No puede controlar el entorno ni las distracciones de sus estudiantes. Sin embargo, tiene muchas ventajas, como la capacidad de personalizar los materiales específicamente para sus estudiantes, adaptar el contenido a su nivel de comprensión y, por último, pero no menos importante, reutilizar algunos de los materiales para clases futuras.
Y, mientras estos videos liberan algo de tiempo para otras actividades, lograr su objetivo de ofrecer una experiencia de aprendizaje efectiva depende de su calidad. ¡Y por supuesto que aquí no estoy hablando de calidad de producción! A fin de cuentas, lo más importante en los videos educativos es evitar al típico archienemigo del aprendizaje: la carga cognitiva.
Como ya sabemos, el aprendizaje profundo requiere enfoque e interacción con el material. Por lo tanto, sus estudiantes no están mirando videos de forma pasiva, están haciendo un esfuerzo cognitivo para aprender, con la implicación de la memoria sensorial, de trabajo y a largo plazo.
El aprendizaje con videos puede dificultar este esfuerzo si el video en sí contiene distracciones, como información superflua, música de fondo o animaciones “solo para divertir”. Principalmente, la capacidad de la memoria de trabajo de los estudiantes es limitada y difiere de un estudiante a otro, así que las distracciones que se insertan en el video sin querer suman a esta experiencia... de forma negativa.
La teoría cognitiva sobre el aprendizaje multimedia (Mayer y Moreno, 2003) también resalta dos aspectos diferentes de la memoria de trabajo:
Cada canal puede “sobrecargarse”, es por eso que “el aprendizaje significativo implica el procesamiento cognitivo que incluye la creación de conexiones entre representaciones pictóricas y verbales” (Mayer y Moreno, 2003). En otras palabras, estos dos canales van de la mano, pero mantener una mentalidad minimalista para ambos logrará mejores resultados.
Ahora que conocemos la ciencia detrás de los videos, echemos un vistazo a algunas de las mejores prácticas basadas en la evidencia para que sus lecciones con video sean más interesantes y efectivas:
Un estudio sobre los cursos en línea masivos y abiertos (MOOC) que se cita a menudo afirma que los videos deben durar alrededor de seis minutos. Después de ese tiempo, los estudiantes van perdiendo gradualmente el interés.
Sin embargo, existe evidencia posterior que cuestiona esta regla, como este estudio de Stanford que afirma que los videos de MOOC son diferentes de los videos educativos formales. Por ejemplo, los estudiantes en cursos universitarios son diferentes de los estudiantes promedio de MOOC, ya que los primeros ven los videos varias veces y no se rinden tan fácilmente. Además, hay mucho más en juego cuando uno está en la escuela y debe aprobar exámenes estandarizados.
Por lo tanto, aquí la lección es hacer video cortos, pero no preocuparse demasiado por la regla de los seis minutos. Incluso videos de cinco, siete o diez minutos pueden funcionar, siempre y cuando usted conozca a sus estudiantes y pueda estimar la cantidad de información que pueden manejar de una vez.
La idea detrás de la segmentación es que los estudiantes deben enfocarse en una sola cosa a la vez. Puede tomar una lección más extensa y crear fragmentos de información más pequeños para evitar la sobrecarga cognitiva.
Además, cada estudiante controla la velocidad con la que desea ver el video, ya que puede adelantarlo, pausarlo para reflexionar sobre el aprendizaje, o volver y mirar los segmentos otra vez.
Hay muchas formas de incluir estos momentos en los videos. Por ejemplo, tenemos las siguientes herramientas:
Además, puede agregar cuestionarios y preguntas para que los estudiantes respondan antes de avanzar a la siguiente sección.
Todos sabemos cómo los estudiantes construyen conocimiento a partir de experiencias previas. Por lo tanto, puede recordarles que utilicen conceptos previos en momentos clave del video.
Por ejemplo, puede pausar el video para decir “Recuerdan cuando hablamos sobre...”, seguido de una definición simple que sirva de recordatorio y, luego, continuar con la explicación de conceptos nuevos. También puede añadir diversión a esta parte y mostrar un “recuadro de recordatorio” en el video para que los estudiantes puedan pausarlo y tomarse un momento para recordar información ya vista.
Además, aproveche estas pausas del video en cualquier momento que las necesite para reflexionar sobre lo que está enseñando.
Imagine que está poniéndose al día con un amigo que está muy emocionado por volverlo a ver. A menudo se va por la tangente, explicando distintas cosas y mencionando a muchas personas que usted no conoce. Debe hacer un gran esfuerzo para seguir el ritmo de los puntos importantes de la historia. Es muy probable que esté confundido.
Así es como se sienten los estudiantes cuando reciben mucha información, especialmente si no están familiarizados para nada con el tema.
Por lo tanto, incluso aunque sea tentador agregar la mayor cantidad posible de detalles, el video debe ser breve y estar orientado a los objetivos. ¡Debe eliminar la información superflua! Para lograrlo, siempre haga la siguiente pregunta: “¿Este es un hecho absolutamente esencial para alcanzar el objetivo de aprendizaje o solo agregará más carga cognitiva?”.
Lo mismo sucede con los elementos que generan distracción, como la música de fondo, las diapositivas de PowerPoint muy cargadas, las animaciones estridentes o los fondos coloridos.
Los estudiantes ya hacen un esfuerzo para prestar atención, recordar información y organizarla de forma coherente. Sin embargo, puede ayudarlos a reducir la carga cognitiva señalando aquello a lo que deben prestar atención, algo que probablemente ya haga, aunque no lo llame “dar señales”.
Por ejemplo, en este video de Crash Course (a partir del minuto 2:14) las palabras clave más importantes como “the sky” (el cielo) o “meadows” (las praderas) están resaltadas y acompañadas de símbolos. De esta forma, los estudiantes saben que hay palabras clave importantes que les ayudarán a interpretar el poema y deben recordarlas.
Sin embargo, también puede hacer esto simplemente si resalta las palabras, las marca con un color diferente o con una fuente más grande que el resto del texto. Puede agregar animaciones como flechas que apunten hacia los segmentos esenciales.
¿Recuerda los dos canales de la memoria de trabajo: auditivo y visual? Pueden trabajar por separado, pero funcionan maravillosamente juntos porque así aumenta la atención del estudiante.
Por ejemplo, su video puede mostrar un proceso como el ciclo natural del agua, con muchas imágenes y animaciones. Sin embargo, para hacerlo más efectivo, también puede narrar lo que está sucediendo en lo que se muestra.
Además, si quiere ser parte del video e imitar una interacción personalizada, asegúrese de mostrar lo que está explicando, aunque sea simplemente con una pizarra.
La clave de los buenos videos educativos es el buen manejo de la carga cognitiva. Para cautivar la atención de sus estudiantes, todo lo que tiene que hacer es seguir las mejores prácticas, como crear minivideos orientados a los objetivos que involucren ambos canales, el visual y el auditivo.